Agra

Atravesar el East Gate del Taj Mahal is really something. El Taj es blanco, simétrico e impresionante. Seguramente es el monumento al amor más extravagante que se haya construido, pero no deja de ser una tumba. Lo encargó el emperador Shah Vahan para su segunda esposa Mumtaz que murió pariendo a su hijo número catorce en 1631. El hijo de este fulano, tenía 5000 minas encerradas en el fuerte de Agra como harem personal, este le hizo catorce pibes a la misma. Supuestamente se planificó un Taj negro espejado del otro lado del río, aunque esto es un cuento de guía busca propina. La obra se completó en 1653 y según cuentan los recargados guías, a los veinte mil explotados les cortaron el pulgar para que tan exquisita construcción no pudiese volver a producirse. Seguramente para el Taj negro no necesitarían pulgares. A los pocos meses de terminado el Taj, el emperador fue depuesto por su hijo y confinado en el fuerte de Agra donde murió en 1666. Tan elevado amor conyugal no garantizó el amor filial.

Es incontable la cantidad de turistas que visita el Taj diariamente, mayoritariamente indios. A partir de media mañana la cola para entrar al mausoleo tiene unos cientos de metros y demora casi dos horas, por la tarde olvídense de entrar. De todas formas el Taj tiene un lejos alucinante, un buen cerca y un austero interior. Quizá el secreto del Taj esté en el contraste del blanco mármol simétricamente dispuesto con la roña y quilombo que reina en el resto de Agra, se siente como un oasis.

Taj Checked. Solo me falta la Gran Muralla para haber visitado las siete maravillas del mundo moderno; una dudosa proeza turística.

En el roof top view del Shanti Guest House sonaba a todo lo que dá una música horrible que seguramente es recitación del Corán. Al hacer el check-in, el tipo de la recepciónme dijo “there’s a muslim festival tonight”. Genial, por fin le emboco a un festival local. Pero resulta que eran cinco musulmanes cortando la calle aturdiendo a todo el barrio con parlantes alquilados para la ocación suficientes para un recital de los Rolling Stones en River. Era algo más parecido a un corte en Alem frente al Ministerio de Trabajo que a un festival religioso. El estruendo duró hasta la mañana siguiente sin solución de continuidad.

Eructar estruendosamente no es desconsiderado, sino preguntenle al tipo que viajó al lado mío en el tren hacia Udaipur. Termino de cenar y habiendo juntado todos los residuos cuidadosamente en una bolsita, el señor de las ventosidades amablemente me abre la ventana para que tire la bolsa. Yo como un boludo le digo que no, que voy a tirar la basura en el tacho inexistente del fondo del vagón. Me meto la basura en el orto y me voy a dormir.

El lector atento habrá notado la falta continuidad temporal de los relatos. Efectivamente hay ciertos espacios reservados para quien viaja.